En mis brazos siempre era lirio blanco; florecita hermosa que se me desvanecía del cansancio, a veces cansancio del día, a veces cansancio de la vida. Y así, desvanecido, a punto de dormir en mis piernas, yo le dibujaba garabatos en la piel con la punta de mis uñas; él se estremecía. Le gustaba que pasara mis garritas por su cuerpo blanco y suave, que dibujara carreteras entre sus lunares y puentes entre sus pecas.
MCMXCIII | No escribo para él; escribo por su culpa. | El Punk Rock Arruinó mi vida.
jueves, 15 de octubre de 2015
viernes, 9 de octubre de 2015
Pequeñas Historias. II | Fumando de su cabello.
El día que la veo es un día diferente; desde la noche anterior lo ansío y lo planeo, aunque generalmente terminamos haciendo lo que ella quiera, lo que a ella se le dé.
Me arreglo mucho más que de costumbre a pesar de que ella me conoce los sábados en short viendo fútbol y comiendo chatarra, y también me conoce los domingos de resaca en donde parezco más muerto que vivo y apesto a cantina en quincena.
Me perfumo todo, como si no ella ya conociera mi olor después de entrenar, o después de aquellos 3 días en que renuncié a la ducha porque hacía un frío perro y no había gas en casa.
Me conoce bien, la conozco bien, pero cuando nos vemos parece la primera cita con un desconocido. Al menos de mí a ella, y es que hay que impresionarla siempre.
Me arreglo mucho más que de costumbre a pesar de que ella me conoce los sábados en short viendo fútbol y comiendo chatarra, y también me conoce los domingos de resaca en donde parezco más muerto que vivo y apesto a cantina en quincena.
Me perfumo todo, como si no ella ya conociera mi olor después de entrenar, o después de aquellos 3 días en que renuncié a la ducha porque hacía un frío perro y no había gas en casa.
Me conoce bien, la conozco bien, pero cuando nos vemos parece la primera cita con un desconocido. Al menos de mí a ella, y es que hay que impresionarla siempre.
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