Entre un mar de gente rara, ellos eran raros en verdad y, como así es la vida, se tuvieron que encontrar.
Él, Carlos, “Charlie” pa’ los cuates; uno de esos tipos sabelotodo con ideas que rayan entre lo intelectual y lo presuntuoso, entre lo lógico y lo drogadicto. Uno de esos chicos demasiado flojos como para prepararse el desayuno, tanto, que prefería no desayunar. Ya saben…