jueves, 23 de junio de 2016

Hubiera.

Me hubiera gustado retenerlo un ratito más, decirle la lista de razones –que ya tenía en la mente– de por qué no debía irse, de por qué debía conformarse conmigo, aunque sea unos días, unas semanas. Me hubiera gustado decirle: «Sí, te quiero, y sí, te querré siempre», pero en lugar de eso me quedé callada cuando me lo preguntó, me hubiera gustado haberle tomado la mano y ponerla en mi pecho, para que sintiera a mi corazón saltando de un lado al otro dentro de la cajita que lo envuelve. Hubiera gastado mis últimos momentos con él en cosas que nos hicieran ver, a él, que lo quiero, y a mí, que lo necesito.