domingo, 20 de julio de 2014

Nocturna.

Despierto, son las 3:33 de la mañana. Me despierto al sentir su mirada pesada, esa que sólo sus ojos que han llorado de desgracia podrían tener. La pesadez de sus ojos clavados en mí me obligan a mirarla y así ella puede sentir que existe al ver mis ojos clavados en ella a la vez.
Está sentada a la orilla de la cama, con la mirada en mí, pero vacía; sin siquiera el ánimo de hablarme. Entonces supongo que es de esos días a los que llamo “malos”, en donde la tristeza es tal, que tomará varios minutos para que el silencio se rompa.

viernes, 4 de julio de 2014

Inmortal.

Su mamá se alegró bastante de verme ahí parada en la puerta. “¡Estás empapada, niña!”, me dijo en cuanto me vio y procedió a darme un fuerte abrazo y un beso. “Ya sabe, las lluvias de julio”, le contesté en cuanto me soltó.
–Hace mucho que no venías, Eri, nos tenías preocupados –me dijo mientras nos sentábamos en el sofá y me arrimaba un café frío-. Ya sé que te gusta así –me dijo refiriéndose al café.
–Oh, sí. Nunca he podido soportar el café caliente. Pues, no sabía si era buena idea venir, ya sabe…
Hubo un silencio incómodo por unos segundos.
–Pero ya estás aquí, y eso es lo importante –se le entrecortó la voz–, a Dani le va a dar mucho gusto. Él… él no está bien, ¿sabes?, pero verte será algo positivo, al menos en sus últimos días –se puso a llorar calladamente. Las lágrimas caían en su taza de café.