No es sólo todo aquello que físicamente me puede volver loca, pues eso no pasaría con cualquier otro hombre, aunque por fuera fuesen iguales.
No es sólo la manera en que me mira, como con un dejo misterioso de inocencia y picardía mezcladas.
No es sólo esa sonrisita coqueta que pone cada que sabe de antemano mis respuestas, las cuales suelen ser siempre a su favor.
No es sólo la forma en que su cabello chino y alborotado cae en sus hombros, o cómo éste esconde sus orejas o sus ojos.
No es sólo la voz suya que entra por mis oídos y llega hasta mis adentros, a ese lugar extraño donde hasta hace poco sólo llegaban las vibraciones de un buen bajo.
No es sólo la serie de lunares delicados que cubrían su espalda la mañana en que lo vi desnudo y durmiendo.
No es sólo la galaxia de pecas que servían como marco comparativo y contrastante a esos lunares, pecas que son imposibles de contar, pecas que recorren parte de sus brazos y salpican también parte de sus mejillas.
No es sólo el cómo me aprieta la mano cuando atravesamos las calles, o cuando pasamos delante de otros chicos que se me quedan mirando, o cuando cree que yo miro a otros tipos... y digo que cree, porque en realidad, ¿cómo mirar a otros cuando estoy con el mejor, con él?
No es sólo el sentir cómo se acelera su corazoncito cuando me abraza, al punto en que lo siento palpitar a través de su camisa.
No es sólo el hecho de que me deje impregnado su perfume en la ropa y que, cuando lo extraño mucho, puedo entonces abrazar mi suéter para sentir que lo abrazo a él.
No es sólo el que pretenda no ver mis defectos y se esfuerce por convertir todo el desastre que soy en virtudes.
No es sólo el ver sus caderas afiladas, finas y desnudas ante mí mientras la piel de ambos se eriza.
No es sólo poder compartirle mis bandas favoritas, caminar sin rumbo fijo los sábados por la tarde o comer un helado sentados en el parque.
No es sólo ver una película acurrucada a su lado, tocando su pecho, o sentir que me abraza un poquito más fuerte en las escenas de miedo o en las tristes.
No es sólo que se preocupe por mí, que me de siempre los buenos días o las buenas noches, o que siempre dé el primer paso.
No es sólo que entienda lo difícil que me es expresar las cosas, y que da por sentado las palabras que en persona jamás puedo pronunciar.
No es sólo que me haga reír hasta llorar, o que cuando lloro me hace reír hasta que las lágrimas se secan, o que si no puede evitar mi llanto, me abrace y guarde silencio.
No es sólo que el roce de sus labios con los míos sea como un suave blues que desaparece entre notas y partituras de besos.
No es sólo el hecho de que recostada en su pecho pueda armar casi a la perfección canciones de Broadcast y beats de trip-hop.
No sólo es todo eso, es algo más. Es casi tonto intentar explicarlo, escribirlo, pensarlo, expresarlo o siquiera imaginarlo. Es una atracción como la que el Sol ejerce en estos tontos nueve planetas que se mueven a su alrededor. Es ese algo invisible que mantiene al Universo girando en torno a quién sabe qué. Es eso, tal vez, pero no sé. Yo no sé qué es, sólo sé que está ahí, como la materia oscura que mantiene a distancia a las estrellas pero al mismo tiempo las mantiene juntas. Nadie sabe qué es, ni cómo se formó, pero está y existe, y eso es todo lo que se puede saber... y así me pasa con él.
No es sólo la manera en que me mira, como con un dejo misterioso de inocencia y picardía mezcladas.
No es sólo esa sonrisita coqueta que pone cada que sabe de antemano mis respuestas, las cuales suelen ser siempre a su favor.
No es sólo la forma en que su cabello chino y alborotado cae en sus hombros, o cómo éste esconde sus orejas o sus ojos.
No es sólo la voz suya que entra por mis oídos y llega hasta mis adentros, a ese lugar extraño donde hasta hace poco sólo llegaban las vibraciones de un buen bajo.
No es sólo la serie de lunares delicados que cubrían su espalda la mañana en que lo vi desnudo y durmiendo.
No es sólo la galaxia de pecas que servían como marco comparativo y contrastante a esos lunares, pecas que son imposibles de contar, pecas que recorren parte de sus brazos y salpican también parte de sus mejillas.
No es sólo el cómo me aprieta la mano cuando atravesamos las calles, o cuando pasamos delante de otros chicos que se me quedan mirando, o cuando cree que yo miro a otros tipos... y digo que cree, porque en realidad, ¿cómo mirar a otros cuando estoy con el mejor, con él?
No es sólo el sentir cómo se acelera su corazoncito cuando me abraza, al punto en que lo siento palpitar a través de su camisa.
No es sólo el hecho de que me deje impregnado su perfume en la ropa y que, cuando lo extraño mucho, puedo entonces abrazar mi suéter para sentir que lo abrazo a él.
No es sólo el que pretenda no ver mis defectos y se esfuerce por convertir todo el desastre que soy en virtudes.
No es sólo el ver sus caderas afiladas, finas y desnudas ante mí mientras la piel de ambos se eriza.
No es sólo poder compartirle mis bandas favoritas, caminar sin rumbo fijo los sábados por la tarde o comer un helado sentados en el parque.
No es sólo ver una película acurrucada a su lado, tocando su pecho, o sentir que me abraza un poquito más fuerte en las escenas de miedo o en las tristes.
No es sólo que se preocupe por mí, que me de siempre los buenos días o las buenas noches, o que siempre dé el primer paso.
No es sólo que entienda lo difícil que me es expresar las cosas, y que da por sentado las palabras que en persona jamás puedo pronunciar.
No es sólo que me haga reír hasta llorar, o que cuando lloro me hace reír hasta que las lágrimas se secan, o que si no puede evitar mi llanto, me abrace y guarde silencio.
No es sólo que el roce de sus labios con los míos sea como un suave blues que desaparece entre notas y partituras de besos.
No es sólo el hecho de que recostada en su pecho pueda armar casi a la perfección canciones de Broadcast y beats de trip-hop.
No sólo es todo eso, es algo más. Es casi tonto intentar explicarlo, escribirlo, pensarlo, expresarlo o siquiera imaginarlo. Es una atracción como la que el Sol ejerce en estos tontos nueve planetas que se mueven a su alrededor. Es ese algo invisible que mantiene al Universo girando en torno a quién sabe qué. Es eso, tal vez, pero no sé. Yo no sé qué es, sólo sé que está ahí, como la materia oscura que mantiene a distancia a las estrellas pero al mismo tiempo las mantiene juntas. Nadie sabe qué es, ni cómo se formó, pero está y existe, y eso es todo lo que se puede saber... y así me pasa con él.