Supe que lo quería allí, en medio de una fiesta, en medio del humo azulino de cigarrillos y botellas de alcohol. En medio de la gente que hablaba de estupideces como de quién había cogido con quién en el baño y quién se había metido una línea de coca en el jardín. En medio de la música y la algarabía de gente que no sabe por qué vive o para qué, allí lo supe. Lo supe porque entre todo el ruido y la, aunque mala, abundante compañía, pensaba en él. Pensaba en qué estaría haciendo ese sábado por la noche. Pensaba en que tal vez estaría en su casa haciendo tareas o, tal vez, descansando de una pesada semana en la universidad.
Pensaba en que tal vez estaba recostado en su cama, escuchando música con los audífonos colgándole de los oídos, o tal vez estaba mirando Los Simpson, riendo levemente con esos labios delgados que le forman dos leves comillas al sonreír. Pensaba en él como preocupada, interesada en saber qué hacía, sólo por saber y nada más.
Pensaba en que tal vez estaba recostado en su cama, escuchando música con los audífonos colgándole de los oídos, o tal vez estaba mirando Los Simpson, riendo levemente con esos labios delgados que le forman dos leves comillas al sonreír. Pensaba en él como preocupada, interesada en saber qué hacía, sólo por saber y nada más.