jueves, 31 de marzo de 2016

Toc-toc.

Mis dedos me obligan a escribir esto,
Yo no quería; ellos me trajeron
Y empezaron a palpar el teclado
Como locos,
Desenfrenados,
Como teniendo un propio cerebro
Que tiene un nombre enterrado
Entre un lóbulo y el otro,
Entre la memoria y los sueños.

lunes, 28 de marzo de 2016

Ya me voy a portar bien.

Alguna vez, una amiga me dijo que prefería juntarse con hombres porque nosotros, a diferencia de las mujeres, no perdemos el «niño de la mirada», luego me explicó que eso significaba que, según ella, los hombres siempre reflejamos a un niño interior, el niño que fuimos algún día y que aún vive en uno. No supe si creerle del todo, al final yo veo a un cabrón en frente de mí y es sólo eso, un cabrón; un cabrón mamado, o con barba, o mal encarado, o alto, o con cara de lacra. No puedo, por más que intento, encontrar niños en ningún güey, y para ser honesto, tampoco en las damas veo niñas tiernas saliéndoles de la mirada; o todos son cabrones o simples viejas, y yo necesito conocer a una persona para saber si son algo más que un cúmulo de células y átomos en forma de carne y huesos.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Indolencia.

Con la flojera que me da la vida, es difícil saber cuándo estoy realmente triste. Hace casi tres meses que no hablamos, lo último que me dijo por WhatsApp fue algo así como «Ojalá te mueras. Eres un pendeja». Increíblemente no es lo peor que me haya dicho un ex, pero es de lo que más me ha dolido. Afuera no parece que algo sea realmente diferente; sigo siendo una idiota con mis amigos, quienes también son un poco idiotas; hablamos de la escuela, de lo mal que nos va a todos en ella, de que ya valimos verga en casi todas las materias, de que hace falta quemar, de que hay que echar las caguamas. Nos sentamos en el jardín feo de alguien, en un parque abandonado por Dios, en la banqueta de los incomprendidos; nos la pasamos bien antes de que cada quien tenga que regresar a casa, a su otra realidad en donde no todo es tan chido y valer madres no es tan gracioso.