Perdón, Corazón. Jamás supe cómo dejar de ponerle su nombre a las canciones, ahora sé que te enojaste por haber dedicado tus favoritas, esas que le cantabas a la nada, a quién sabe quién. Perdón, Corazón, pensaba que estabas muy adormilado después de tanto trago amargo, después de aquella vez que te embriagué en tequila a medianoche, o de aquella otra ocasión en que te dije que eras como el pajarillo azul que lloraba en el pecho de mi padre. Te creí molesto por momentos, porque no te sentía casi latir, porque tus sollozos se hicieron más y más débiles; pensé que habías dejado de sufrir. Olvidé, por un momento, que también se llora en silencio.
Corazoncito mío, perdóname. Te han golpeado, te han escupido, te han ignorado. Incendiaron tus cartas y poemas, te quemaron con cigarrillos, se burlaron de ti. Te dejé morir. Corazoncito, no me odies. Despierta un rato, quiérelo a él, esta vez es diferente, y él promete no hacernos daño. Corazón, no seas vago. Sé que te pido mucho, que han pasado ya, como éste, otros tantos, que no has querido bonito en años, pero te pido que me hagas este último favor. El cerebro está de acuerdo ya, y de cualquier modo, ¿qué es lo peor que podría pasar?
Afuera el cielo es lindo, deberías salir a verlo; hace tiempo que el cielo es sólo cielo, que las nubes no traen forma, ya ni la lluvia huele a nada ni el viento sopla. Sal un rato, Corazón. Anímate, es verano, el cerro del horizonte se dibuja más verde que nunca, en un sólo día se combinan las cuatro estaciones; por las tardes llueve casi diario, a veces incluso de noche.
Sal un rato, Corazón. Debes estar cansadito de andar en esa caja, de haberte moldeado, haberte hecho cuadrado, de estar como desmayado, entre muerto y dormido, entre vivo y desahuciado. Míralo a él con los ojos desviados de aquél filósofo, el que te gusta leer a media luz en tu cajita mientras fumas Marlboro's. Míralo con sus ojos tristes y su voz golpeada, trátalo bien, como nunca nadie te ha sabido tratar a ti... ni siquiera yo.
Vamos, Corazón. Yo sé que quieres, que quieres querer, que sabes cómo hacerlo, que puedes. Y de cualquier modo, ¿qué es lo peor que podría pasar? Vamos, Corazón. Me vas a hacer llorar si no despiertas de una buena vez. Sé que finges ese sueño y esa pereza, sé que por dentro quieres bailar y ponerte de cabeza, y querer por montones como si nunca te hubieran quebrado. Vamos, Corazón, sé que no estás roto, te he escuchado en las noches cantando las viejas canciones tristes que nos acompañan desde la adolescencia. Vamos, Corazón, sé que ya lo quieres, que lo tienes ahí clavado entre las arterias.
No te hagas, Corazón. Sé lo que sientes porque lates de repente, sólo es cosa de que dejes el cajoncito ese, que despiertes del todo. No te hagas, Corazón, sé que estás a punto de rendirte con él. Olvida todo lo que te dije, cómo te traté, lo que te obligué a ser. Quiérelo bien, no te portes mal, de cualquier modo, ¿qué es lo peor que podría pasar?
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Photo by: Carles Getty. |
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