Quiero vivir todo contigo, lo que nos ilusiona y los que nos asusta, incluso esas peleas que se arreglan con sexo y besos, y aquellas otras discusiones que requerirán un poco más que eso. Quiero todo, pero contigo. Quiero la casa y los hijos, el perro y la boda, un par de tortugas y leerte poemas mientras fumamos en la alcoba. Quiero besar cada parte de ti, besar tus párpados y tus lunares, tus cicatrices y aquellos otros lugares, morder tus labios y chupar tus pulgares. Quiero vigilar tus sueños y pedirle por ti al Eterno, meterte entre mis deseos y mis Padres Nuestros, orar más porque por fin tengo algo a lo que quiero cuidar. Quiero verte despertar aunque en las mañanas estés de mal humor, quiero darte un beso con el café y en la puerta un «Cuídate mucho, mi amor».
Porque creo en ti y en lo que por ti siento, que es tan fuerte que estaría bien aunque no me lo dieras de regreso, pero soy lo suficientemente afortunada para tener el amor de alguien como tú que ha pasado por mil tormentas y varios infiernos y ha sabido salir avante con la sonrisa de aún un niño tierno. Ahora no lo entiendes ni lo crees del todo, quizá porque no te lo han dicho antes, pero creo en que mereces ser feliz con todo lo que eso incluye, FELIZ con letras grandes.
Y si me dejas, si me regalas unos años, te haré feliz como lo han sido sólo unos pocos humanos. Te ofrezco besarnos hasta dormir en noches de invierno y dormir desnudos en verano. Te ofrezco mis manos cuando las tuyas necesiten apoyo, y ser tus ojos cuando lo veas todo borroso. Te ofrezco estar ahí, sin falta, si un día todo el resto del mundo te da la espalda. Te ofrezco un «para siempre» aunque no sepa ni qué voy a hacer mañana; así de segura estoy de esto, de lo que siento y de cómo te había esperado mi alma, que se tranquiliza con tu voz y tus palabras, que se arrulla entre tus silencios y se sonroja cuando le cantas.
Sólo quédate conmigo, flaco, sin importar los errores ni cuánto duela no poder entrar por el teléfono, sin importar la espera y los sinsabores que conlleva estar tan lejos. Quédate porque si no, no sabré qué hacer con todo esto, no es como lo que he sentido antes que simplemente se lo lleva el viento; esta vez es diferente, siento la necesidad de entregarlo a su dueño, de ser mejor, de hacer un esfuerzo. Quédate un rato, flaco, aunque algún día llegues a pensar que es mejor irte porque crees que no me haces feliz, quédate porque yo ya te andaba buscando sin saber quién eras, quédate porque no me veo sin ti.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario