Estaré
cuando nadie más esté,
cuando el mundo te diga
que todo va mal,
yo seré quien te diga
que todo va a salir bien.
Cantaré
aunque desafine,
aunque no rime,
aunque se me olvide
la canción,
cantaré
para dormirte,
mi amor.
Besaré
tus labios
y aquél rincón,
lo que te gusta,
lo que no,
lo que tienes secreto,
lo que no se puede ver,
lo que pocos saben
a qué ha de saber.
Tocaré
tus manos frías,
tus pies descalzos,
tus piernas velludas,
tus flacos brazos,
el filo de tu barba,
en aquellas madrugadas
cuando me digas que me amas
con un verso de saliva
que viaje a mis entrañas.
Sentiré
tus enojos,
tus rabietas,
tus berrinches,
tus tormentas,
tu mirada pesada,
tu voz de furia,
tus lágrimas de río
y tus besos en fuga.
Bailaré
al son que me toques,
a tu ritmo,
con tus acordes,
bailaré para ti
y contigo,
en la cima de una nube
o encima de tu ombligo.
Veré
por ti,
por nosotros,
porque esto dure mil años
o lo que duren nuestros otoños,
veré que estés bien,
cada mañana y cada noche,
como recién enamorados:
«no hay que dormir enojados».
Dormiré
en tus brazos
y tus piernas,
y dormiré poco
porque me gusta soñar despierta,
dormiré un rato menos que tú
para verte dormido
para escuchar cómo respiras
a las 4 de la mañana,
esperando que sueñes conmigo.
Amaré
todo de ti
y en lo que me has convertido,
de un día a otro
como truco de magia,
¿dónde está la que antes era?
No importa,
nadie la extraña,
esta nueva yo te ama
y se va a quedar por mucho tiempo,
amando tus errores
tanto como tus aciertos,
amando lo que ya eres
y en lo que te irás convirtiendo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario